El que es capaz de dominarse hasta
sonreír en la mayor de sus dificultades, es el que ha llegado a poseer la
sabiduría de la vida.
El cuerpo humano puede percibir
muchas cosas, puede detectar amenazas que puedan presentarse, sirve para
detectar todo intruso en él, es capaz de percibir cuando algo no está bien o no
va bien del todo. Es impresionante lo útil que nos es para alertarnos sobre
posibles intrusos que quieren agredirnos. Para avisarnos de huéspedes
indeseables.
¿Pero qué pasa cuando los intrusos han
entrado a nuestras vidas sin invitación? ¿Qué pasa cuando no detectamos que
entraron en nuestras vidas para hacernos daño? ¿Es demasiado tarde? ¿Podremos
sacarlos de la manera más sutil posible, o tenemos que echarlos por las malas?
A veces solo es necesario darles la
bienvenida, plantarles buena cara y buscar la manera de correrlos mientras se
instalan. Así conseguiremos conocerlos y sabremos qué hacer.
A veces estos huéspedes se nos
presentan como temores, dudas, depresión, soledad, angustia, enfermedad y
muchos más males que nos aquejan, que llegan sin avisar y que tenemos que sobre
llevarlos para poder lidiar con su presencia.
Podría decir que hemos tenido
muchos huéspedes de ese tipo, pero últimamente se nos ha presentado uno que no esperábamos
que apareciera después de tantos años. Una criatura que se metió en nuestras
vidas, que entro sin invitación y amenaza con destruirnos. ¿Qué hacer? Es sencillo,
no dejaremos que acabe con nosotros, porque lo que hacemos cuando entra un
intruso en nuestras vidas para acabar con ella, es luchar, no dejaremos que
esto nos derrumbe, lucharemos hasta ahuyentar este huésped que no queremos
presente, así tengamos que destruirlo también.
Porque cualquiera podría dejarlo ahí,
sin hacer nada. Mientras te consume, te acaba y te lleva consigo. Pero no con
nosotros, dejamos las puertas cerradas, pero entro por la ventana como un
susurro del viento, se instaló lo más cómodo posible y empezó a desordenar
nuestro hogar. Y no permitiremos que eso pase.
Tenemos que enfrentarlo, tenemos
que ser duros y unidos en momentos así. Lo único que buscan estos huéspedes es
que nos tambaleemos, que caigamos rendidos a sus pies, para después atacarnos
cuando más vulnerables estamos. Pero no debemos dejarlos lastimarnos. Somos más
que ellos, somos más fuerte que esto.
No debemos buscar culpables,
nuestra seguridad no siempre será perfecta, habrá fallos y ahí nos daremos
cuenta que a pesar de lo protectores que podemos ser, somos tan vulnerables a
muchas cosas, a muchas personas, a este mundo.
Así que lo único que nos queda es
buscar una buena estrategia, buscar quien nos ayude y aliarnos con aquellos que
quieren ahuyentar a sus huéspedes indeseables también. Juntos podremos lograrlo
y vencerlos.
No todo es malo de estos
personajes, a veces llegan en momentos críticos para espantarnos. Pero no
tenemos que tener miedo, tenemos que verlos como enemigos que hay que vencer. Y
que después de haberles ganado, habremos aprendido una gran lección de batalla,
habremos crecido un poco mas, habremos de estar preparado para el siguiente
enemigo, porque esto es lo que somos, esto es lo que presumimos al mundo, y
nada ni nadie nos puede decir que no podemos sin antes intentarlo.
¿Qué pasa si estos huéspedes nos
ganan la batalla?
Pues, así como fuimos fuertes para
enfrentarlos debemos ser fuertes para aceptar la perdida, para poder vivir con
ellos. Y si en el peor de los casos la vida se pierde en la batalla,
recordarles a los demás que hicimos todo lo que pudimos, que luchamos hasta el
fin, que perdimos la batalla pero que de ellos depende ganar la guerra. Debemos
de dejar un mensaje de fortaleza para que los demás se inspiren en nosotros y
poder vencer a los demás que aún están ahí afuera. Perder no es malo, es una
parte de la vida en donde siempre habrá ganadores y perdedores y no siempre obtendremos
los resultados que esperamos, pero no por ello debemos rendirnos y no dar pie a
la lucha.
Si tu llamas experiencias a tus
dificultades y recuerdas que cada experiencia te ayuda a madurar, vas a crecer
vigoroso y feliz, no importa cuán adversas parezcan las circunstancias.
El arte de vencer las grandes
dificultades se estudia y adquiere con la costumbre de afrontar las pequeñas.
Nadir Shepderd
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